jueves, 23 de marzo de 2017

El poder de la resiliencia

Por Álex Beltrán

La muerte de un ser querido, sufrir una grave enfermedad, pérdida del empleo, ruptura de la pareja o problemas económicos… Todos nos hemos enfrentado en la vida a situaciones difíciles. Esos momentos en los que parece que todo se acaba y lo único que alcanzamos a ver es un enorme agujero negro por donde debemos pasar sí o sí.

Son escenarios que nos pueden llevar a una situación de angustia o depresión, pero lo cierto es que el ser humano tiene una cierta capacidad para recomponerse de estas situaciones con mayor o menor esfuerzo y tiempo. Esta capacidad para adaptarse es lo que conocemos como resiliencia.

¿Cómo podemos cultivar la resiliencia?
Como hemos explicado, ser una persona resiliente es aquella persona que se enfrenta a los problemas y consigue sobreponerse con cierta flexibilidad.

Estas destrezas no nacen de forma innata, pero sí es cierto que las personas tenemos cierta capacidad (conductas, pensamientos, acciones) que podemos entrenar a lo largo de nuestra vida. 

Un buen coaching personal nos puede ayudar no sólo a enfrentarnos a las situaciones límites con fuerza, sino a sobreponernos y salir fortalecidos de las mismas. De esta forma iremos un paso más allá y usaremos los momentos difíciles para crecer y desarrollarnos personalmente.

No se trata de crear súper hombres o súper mujeres insensibles a los problemas o que no sientan angustia, sino personas capaces de aplicar un efecto rebote a las malas experiencias.

Partiendo de algunas características comunes de las personas resilientes, os detallamos algunas formas de potenciar estas habilidades:

Fuera las falsas ilusiones: Una persona resiliente es aquella que no se plantea vanas ilusiones aunque sí nuevas metas.  Se trata de saber centrarse en nuestro entorno y ver qué situaciones nos permitirán crecer y cuáles, por mucho que nos empeñemos, no tienen solución a corto-medio plazo.

Autoestima: Debemos ser capaces de reconocer las acciones que mejoran nuestro autoestima y se centrarnos en su consecución. Los objetivos deben ser realistas, lo que mejorará la confianza en nosotros mismos.

Potenciar la creatividad: Introducir algo de creatividad en nuestro día a día. La sensación de hacer algo nuevo, que no se ha hecho antes por nadie, hace que los pensamientos se centren en la resolución de los retos de forma más original.

Visión optimista: Debemos reconocer en el horizonte aquello por lo que luchar y no dejarnos apabullar por las situaciones que nos abruman.  Nuestra vida no puede girar entorno a contextos negativos sino a nuevas metas positivas que, por muy insignificantes que éstas sean, nos aporten un alto significado a nosotros mismos.

Meditación y actitud activa: Mantenernos con la mente en funcionamiento durante el día nos ayuda a centrarnos y a superar los objetivos. También es conveniente descansar para reflexionar, reducir el estrés y fijarnos otras metas a largo plazo.

Rodearnos de gente positiva: Nuestro día a día no sólo nos incluye a nosotros mismos, también a amigos, familia, compañeros…. Está claro que no podemos elegir a nuestra familia pero sí podemos intentar rodearnos el mayor tiempo posible de personas de actitud positiva de los que podamos percibir un cierto flujo de optimismo y ganas de superación personal.

Comprometidos con los demás: Estar dispuestos y ayudar a los demás, aporta un sentimiento de actitud positiva que es devuelto en forma de beneficio personal.


Estas son algunas actividades que harán que mejoremos nuestra resiliencia para enfrentarnos a todas las situaciones por difíciles que sean. Porque la vida tiene sentido y nosotros, el poder para afrontarla.