Por Álex Beltrán
La
muerte de un ser querido, sufrir una grave enfermedad, pérdida del empleo,
ruptura de la pareja o problemas económicos… Todos nos hemos enfrentado en la
vida a situaciones difíciles. Esos momentos en los que parece que todo se acaba
y lo único que alcanzamos a ver es un enorme agujero negro por donde debemos
pasar sí o sí.
Son
escenarios que nos pueden llevar a una situación de angustia o depresión, pero
lo cierto es que el ser humano tiene una cierta capacidad para recomponerse de
estas situaciones con mayor o menor esfuerzo y tiempo. Esta capacidad para
adaptarse es lo que conocemos como resiliencia.
¿Cómo
podemos cultivar la resiliencia?
Como
hemos explicado, ser una persona resiliente es aquella persona que se enfrenta
a los problemas y consigue sobreponerse con cierta flexibilidad.
Estas
destrezas no nacen de forma innata, pero sí es cierto que las personas tenemos
cierta capacidad (conductas, pensamientos, acciones) que podemos entrenar a lo
largo de nuestra vida.
Un
buen coaching personal nos puede ayudar no sólo a
enfrentarnos a las situaciones límites con fuerza, sino a sobreponernos y salir
fortalecidos de las mismas. De esta forma iremos un paso más allá y usaremos
los momentos difíciles para crecer y desarrollarnos personalmente.
No
se trata de crear súper hombres o súper mujeres insensibles a los problemas o
que no sientan angustia, sino personas capaces de aplicar un efecto rebote a las malas experiencias.
Partiendo
de algunas características comunes de las personas resilientes, os detallamos
algunas formas de potenciar estas habilidades:
Fuera
las falsas ilusiones: Una persona resiliente es aquella que no se plantea vanas
ilusiones aunque sí nuevas metas. Se
trata de saber centrarse en nuestro entorno y ver qué situaciones nos
permitirán crecer y cuáles, por mucho que nos empeñemos, no tienen solución a
corto-medio plazo.
Autoestima:
Debemos ser capaces de reconocer las acciones que mejoran nuestro autoestima y
se centrarnos en su consecución. Los objetivos deben ser realistas, lo que
mejorará la confianza en nosotros mismos.
Potenciar
la creatividad: Introducir algo de creatividad en nuestro día a día. La sensación
de hacer algo nuevo, que no se ha hecho antes por nadie, hace que los
pensamientos se centren en la resolución de los retos de forma más original.
Visión
optimista: Debemos reconocer en el horizonte aquello por lo que luchar y no
dejarnos apabullar por las situaciones que nos abruman. Nuestra vida no puede girar entorno a
contextos negativos sino a nuevas metas positivas que, por muy insignificantes
que éstas sean, nos aporten un alto significado a nosotros mismos.
Meditación
y actitud activa: Mantenernos con la mente en funcionamiento durante el día nos
ayuda a centrarnos y a superar los objetivos. También es conveniente descansar
para reflexionar, reducir el estrés y fijarnos otras metas a largo plazo.
Rodearnos
de gente positiva: Nuestro día a día no sólo nos incluye a nosotros mismos,
también a amigos, familia, compañeros…. Está claro que no podemos elegir a
nuestra familia pero sí podemos intentar rodearnos el mayor tiempo posible de
personas de actitud positiva de los que podamos percibir un cierto flujo de
optimismo y ganas de superación personal.
Comprometidos
con los demás: Estar dispuestos y ayudar a los demás, aporta un sentimiento de
actitud positiva que es devuelto en forma de beneficio personal.
Estas
son algunas actividades que harán que mejoremos nuestra resiliencia para
enfrentarnos a todas las situaciones por difíciles que sean. Porque la vida
tiene sentido y nosotros, el poder para afrontarla.